miércoles, 5 de octubre de 2005

Día 3: Kingman-Sedona

5 de octubre de 2005

Tercer día. “Vamos a visitar el que para mi es el lugar más bello de los Estados Unidos”. La frase de Marc prometía, y comenzamos la jornada con el objetivo de llegar a ese sitio, el parque nacional de Sedona, en plenas Red Mountains. Dejamos Kingman a las 9:30 de la mañana, con más frío del habitual a esas horas a pesar del sol.

Las primeras 50 millas fueron tranquilas y avanzamos a buen ritmo, con poco tráfico y la sensación de que, por primera vez, hoy íbamos a cumplir el programa. Llegamos a Peach Springs, recorriendo parte de la antigua Ruta 66, algo que quedaba patente en cada cartel que nos cruzamos y en cada tienda o gasolinera. Casi nos quedamos sin gasolina en nuestras Harley, pero una vez más el cálculo de nuestro guía fue correcto y cargamos después de unas 100 millas.

La subida de montaña camino a Ash Fork fue impresionante, una auténtica carretera de montaña con poco tráfico y fantásticas curvas... quizá demasiado pronunciadas para estas motos, como pude comprobar al rascar el estribo de mi Fatboy en una curva a derechas.

A partir de ahí me contuve en las trazadas, y me dediqué a disfrutar del paisaje, que no tenía desperdicio, con fantásticos cortados, curvas infinitas y el deseo de que no se acabe. Las montañas comenzaban a avisar que nos acercamos a la zona del Gran Cañón, con ese color rojizo que da nombre a la zona (Red Mountains o “Montañas Rojas”).

La subida fue impresionante, hasta llegar a los siete mil y pico pies que nos indicó Marc desde su Electra Glide, pero la bajada fue incluso más sorprendente. Asfalto de buena calidad, curvas con indicación de 20 millas/hora (que, sinceramente, no merecía la pena superar) y estupendos precipicios con vegetación baja sobre la tierra roja.
Paramos a contemplar las vistas y de paso descansar unos minutos antes de dirigirnos a Jerome, un curioso pueblo en mitad de la bajada hacia la llanura, con la carretera estrechándose a su paso y bastante turismo. Cambié la cazadora por chaleco y manga corta para finalizar la bajada, pero enseguida me sobró el chaleco. Fantásticas vistas hacia el valle, con las características montañas semipicudas de tierra rojiza que nos pintan en todas las pelis de vaqueros y un tiempo perfecto para circular a 50 en Harley.

Comimos al finalizar la bajada. Marc me preguntó lo que me apetecía hoy; le dije italiano, y enseguida encontró un Pizza Hut...

Desde ahí hasta Sedona fue cuestión de pocas millas, con una nueva subida, esta vez algo más suave, para descubrir que nuestro anfitrión no exageraba: ¡es indescriptible!. Montañas escarpadas, bosques de coníferas y rincones de foto al doblar cada curva. Sedona en sí es un pueblo sin mucha historia, todo tiendas, bares y restaurantes, pero es que el entorno justifica la masificación turística.

Hoy estaba prevista una foto de grupo, y nos dirigimos al escenario en cuestión ¡todos sin casco!; aquí es algo normal, pero para mí fue recuperar una experiencia olvidada hace años. Al final no hubo foto, porque al sol se le ocurrió ponerse por donde no debe, y la tuvimos que posponer hasta mañana...

Hoy han sido 220 millas; no está mal. Mañana conoceré por fin el Cañón del Colorado y descubriré si Seo exageró en su descripción.

No hay comentarios: